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Márquez, l’epopeia per sobre de si són nou o set

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Hace ya unos años, en una entrevista, Carlos Cardús me dijo: “Marc Márquez es el Messi de la moto”.  El de Cervera apenas iniciaba su carrera, pero alguien como el bueno del Tiriti advirtió desde el primer momento las cualidades excepcionales de aquel “invento” de los hermanos Roda y que luego tutelaría otro grande, Emilio Alzamora.

Cuando escribo estas líneas todavía faltan unas horas para que se ponga en marcha el fin de semana del GP de Japón. Pero no puedo dejar de salivar ante la fiesta que nos espera en Motegi gracias a la calidad de aquel chaval al que alimentaban con una papilla a base de galletas trituradas y zumos de fruta para que su enjuto cuerpo creciera a mayor velocidad de la que había decidido la naturaleza. Como los “factores de crecimiento” que aplicaron en su preadolescencia a la Pulga, vaya, pero en versión “Made in Roser Alentà”, la mamá de los Márquez,

¿El Messi de la moto? Y mucho más. El Messi, el Lamine, Pedri, Pelé, Maradona, Beckenbauer y juntas todas las estrellas del álbum de Panini o de la colección completa del “Anuario Dinámico de Tomás Tocino e hijos” que coleccionan mis amigos Sergi Mas o Felipe del Campo.

Marc Márquez celebrant la victòria a la cursa esprint del GP d'Àustria
Marc Márquez celebrant la victòria a la cursa esprint del GP d’Àustria

Lo de Marc Márquez es algo extra-humano, y ya me parto de la risa aguardando los comentarios de quienes se están haciendo un tuit encima diciendo: “YO YA LO DIJE ANTES QUE NADIE”. La gracia de la excelencia de Márquez, de la suerte que tenemos de “disfrutarle” como piloto, como el deportista y la persona única que es, estriba precisamente en eso: en que es de todos, universal.

En España estamos tan acostumbrados al éxito de los pilotos locales, y en especial a los de MM93, que nos parece normal algo absolutamente único como la epopeya que está protagonizando. Sólo el tiempo nos dará una perspectiva en el futuro de la dimensión de alguien que ya hace tiempo que ha entrado en el olimpo de la historia del deporte universal. Lo del “Hall of the fame” que vimos en Misano se le quedará corto al piloto español. Marc merece mucho más que un “hall”: que le consagren la plaza Cataluña, la Cibeles, Times Square, los Campos Eliseos y el Partenón entero si hace falta.

Lo dijo Pedro Acosta cuando comparó la “vuelta” de Marc a la senda del éxito con el regreso al basket de Michael Jordan tras su aventura en el beisbol para ganar otros tres anillos en la NBA, o el retorno de Ronaldo al fútbol tras reventarse las rodillas y ganar el Mundial. Y es que, como señaló el Tiburón de Mazarrón: “Márquez es el primer piloto de MotoGP que se siente en una mesa con pilotos de la talla de Nadal, Alonso o Gasol.”

El noveno título de Marc (me da igual que sea el séptimo si de lo que se trata es de contentar a Valentino Rossi para que se calle un rato) es el punto final a una historia de resiliencia ultramundana.

En 1976 Niki Lauda regresó a los circuitos para seguir plantándole cara a James Hunt después de compartir una barbacoa con el diablo en Nurburgring apenas 42 días después de su terrible accidente. No estaba recuperado aun de sus quemaduras, y puso en riesgo su vida. Pero años más tarde ganó dos títulos mundiales más, en 1977 con Ferrari y en 1984 con McLaren, que se sumaron al que había conquistado en 1975 con la Scuderia.

En 2001 el ex piloto de F1 Alex Zanardi sufrió la amputación de sus piernas en una carrera en Lausitzring, pero volvió a competir dos años después con un coche adaptado, y cuatro años más tarde obtenía su primera victoria en el mundial de turismos. Y casos como este, varios: Clay Regazzoni, Albert Llobera, Isidre Esteve

El calvario de Marc ha durado cinco años. Un lustro de dolor, quirófanos, anestesia, fisioterapia y lágrimas. Tras aquella fractura del húmero en Jerez, aparentemente menos traumática de lo que parecía, Márquez entró en un túnel sin fin del que ahora emerge a la luz. No solo ganando, no solo volviendo a ser campeón del mundo, sino arrasando. Su noveno título. ¿Séptimo dicen? Me importa un pito, porque la trascendencia de esta historia va más allá de las estadísticas que dicen… que es el noveno, ostia.


Carlos Cardús Emilio Alzamora Marc Márquez

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