Dicen los más viejos del lugar que no recuerdan un agosto como este en la F1. Es lo que le llaman la “silly season”. O, lo que es lo mismo: la tontuna del momento, la caraja en la que se suma el personal con las especulaciones sobre los cambios en el “mercato” de las estrellas del volante para la temporada siguiente. Chascarrillos del calor, propios de aquella expresión que define el runrún como “serpientes de verano”.
En tiempos de Ecclestone se sabía que el mangoneo entre equipos, pilotos, managers y demás estaba a la orden del día en el reparto del pastel. Se decía que no había nadie como el “tito Bernie” para manejar las martingalas en torno al reparto de papeles, con una capacidad para barajar los contratos a una velocidad más vertiginosa que la de los cubiletes de los trileros.
Pero los de Liberty Media esta vez han superado al abuelo del pelo cano. Las movidas que se han desatado a partir del anuncio del fichaje de Alonso por Aston Martin han dado un juego inédito en el argumento del culebrón de la gasolina.
Sin actividad en la pista, ni (teóricamente) en los talleres de las escuderías, la capacidad hipnótica de la F1 ha mantenido viva la llama del interés fomentando la difusión de rumores y especulaciones de todo tipo, recuperando para la trama personajes tan singulares como Flavio Briattore, de quien se asevera que está detrás del sainete que se ha montado en torno a Oscar Piastri y el equipo Alpine.
La promoción de la atención se agita sin escrúpulos; a cualquier precio. Fíjense, por ejemplo, en el pifostio que se ha montado a propósito del asiento que dejará Ricciardo en McLaren, que se ha ofrecido a más postores que los derechos televisivos del Barça. Y Zak Brown desojando la margarita de pretendientes ya es como Risto Mejide en el casting de selección de candidatos a concursar en OT.
Pero, afortunadamente, la acción vuelve al primer plano este fin de semana, y lo hace en un escenario como Spa, donde no hay margen para pusilánimes y diletantes. El circuito de las Ardenas es un lugar majestuoso, imponente. Y los rumores que apuntan a una posible caída de esta cita clásica en el calendario futuro no auguran buenas noticias, y menos si es para ser sustituida por algún lugar como ciertas horteradas que han aparecido recientemente en la palestra. La voluntad de “innovar” las cosas a toda costa pierde su sentido cuando se convierte en obsesión.
En las motos, después de un apoteósico GP de Austria sumamente atractivo en todas sus categorías también ha habido en los últimos días un cierto trasiego. El supuesto divorcio entre los hermanos Márquez y su mánager de los últimos veinte años, Emilio Alzamora, se ha conocido desde la misma opacidad y oscurantismo con el que se vivieron los mejores tiempos de esa relación. En fin… con lo fácil que es hacer las cosas bien.
Y el cambio de formato en los GP, con la inclusión de carreras al sprint en todos los sábados del calendario, ha sido acogido con disparidad de opiniones. Yo estoy a favor, lo aplaudo y lo celebro. A mi también me jode tener que trabajar más por lo mismo. Pero más me fastidiaría no tener la oportunidad de hacerlo.
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