Si hacemos una panorámica general sobre la situación del mundial de F1, como si la sobrevoláramos con un dron, el objetivo nos mostrará un paisaje muy interesante, con el pulso entre Verstappen y Hamilton separados por tan solo 32 puntos después de nueve carreras. Una lucha francamente intensa, que divide la afición entre partidarios de uno y otro, gracias a la teórica igualdad que rige en este duelo particular.
Pero si buscamos el plano corto, si cerramos el objetivo, nos encontraremos por una parte con un Max pletórico, más fuerte (ha ganado cinco de las nueve carreras disputadas, las tres últimas de modo consecutivo) y maduro que nunca, en comunión absoluta con su Red Bull (un coche que ya ha vencido en seis ocasiones este año); y por otra con un Lewis nervioso, dubitativo, capaz de cometer errores bajo presión (la resalida de Bakú, por ejemplo), falto de confianza con un Mercedes que sufre lo que no habíamos visto, aunque capaz de destellos esporádicos de calidad (suma tres victorias este 2021) como se presume en un siete veces campeón del mundo.
Ahora llega Silverstone, donde el corazón de los aficionados locales estará repartido entre el propio Hamilton, pero también en la sabia nueva que aportan los emergentes Lando Norris y George Russell.
La teoría dice que con sus curvas de alta velocidad -el “flow” de la famosa zona de las eses- el Mercedes debería funcionar mejor que el coche rival. Pero ambos “juegan” en casa, y en una temporada donde los planteamientos especulativos parecen tener poca validez, cualquier lógica puede saltar en pedazos… como sucedió con los neumáticos de Pirelli en este escenario, tanto en 2013 como la temporada pasada. Para evitarlo, el fabricante presenta esta vez unas carcasas más reforzadas; un cambio que debilita sus dudas y críticas sobre la corrección de las presiones de los coches de Red Bull y Aston Martin en Azerbaiyán, por cierto, y que aporta nuevos elementos de incertidumbre para la cita del fin de semana.
La convocatoria inglesa sirve para estrenar el nuevo formato con carreras al sprint que este año se va a probar también en otras dos reuniones. Por cierto: atención a los horarios distintos para este weekend.
Hamilton ha expresado sus dudas sobre la supuesta emoción que todos esperamos para la carrera “corta” del sábado, sobre todo con el precedente vivido con las dos vueltas de propina de la carrera de Bakú. Dice que la carrera será un “trenecito”, donde espera pocos adelantamientos y un pilotaje conservador teniendo en cuenta que hay que llevar al coche entero a la meta para poder disputar en condiciones el GP del día siguiente, cuando se reparten los puntos más importantes.
Alonso tampoco parece alimentar muchas esperanzas en este sentido, y su propuesta apunta hacia una modificación del proceso de calificación más que a inventos como este. Veremos, pero que dos pilotos así, con tanta experiencia, pongan en duda la eficacia de la propuesta es desesperante. ¿Qué más se podría hacer? Sin embargo, Silverstone casi nunca defrauda.
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