Con la celebración del GP de Abu Dhabi termina el curso más extraño de la historia del motorsport. Probablemente también el del mundo en general (por el momento) en un año en el que aprendimos la palabra “distopía”.
Y lo hace sin que los dos pilotos que partían como grandes favoritos hayan podido participar (o hacerlo en plenitud de condiciones) en las últimas citas del nefasto 2020. Lo que no deja de ser una metáfora de lo surrealista que está siendo todo.
Por un lado Lewis Hamilton: afectado por el maldito virus cuyo impacto ha condicionado hasta el último instante sus opciones de bajar el telón en el Yas Marina. Por suerte para él la enfermedad le pilló después de proclamarse campeón mundial, pero en pleno proceso de reflexión sobre su continuidad en la F1, lo que podría tener mucha más trascendencia de la que ven los que sólo piensan que en la vida todo es únicamente cuestión de dinero. Sin duda, la calidad que acreditó Russell el pasado fin de semana al volante de su coche también constituye un nuevo factor que entra en juego en esta ecuación tan poliédrica que busca la fórmula para desvelar el futuro del siete veces campeón del mundo.
Que el ganador del GP de Sakhir -el talentoso Checo Pérez- no tenga un asiento para el año próximo es otra negra nube más que enturbia el aire de esta temporada. Veremos la última carrera de Sainz con McLaren, con la vista puesta ya en su nueva etapa en Ferrari. La noticia nos ilusiona como el regreso a la categoría de Fernando Alonso, cuya participación en los tests para “jóvenes promesas” ha generado una controversia notable. Empieza caliente 2021 antes de acabar 2020.
Y por otro: Marc Márquez, intentando recuperarse de las lesiones que se produjo en el ya lejano mes de julio, cuando entró en un túnel del que por ahora no se vislumbra la salida.
Su nuevo paso por el quirófano es un capítulo más de esa ceremonia de la confusión que con sus reiterados silencios han generado algunos personajes del entorno más cercano del de Cervera.
Siempre se ha puesto en valor que Marc haya sabido rodearse de una guardia pretoriana cuyo trabajo ha sido crucial en su trayectoria. Pero este año se han equivocado totalmente con el manejo de la información en torno a la lesión del multi-campeón. Y no culpemos al mensajero, a quienes transmiten cuanto sucede entorno al deportista, sino a quienes desde fuera del equipo abren o cierran el grifo de las noticias con un criterio claramente errático que no hace más que comprometer a quienes sí están dentro.
La salud de las personas -por supuesto también la de los deportistas- es algo que forma parte de lo privado. Pero cuando se juega a la ceremonia de la confusión; cuando se señalan como culpables a quiénes menos lo merecen -los médicos, que han hecho todo lo que han podido y sabido, como tantas otras veces-; cuando se dan argumentos difíciles de creer, por lo extraños y absurdos que suenan, la credibilidad se esfuma.
Ojalá que Marc vuelva pronto, que se recupere, y que nos haga disfrutar como siempre y cuanto antes mejor. Ojalá que Lewis siga en la F1, y siga sumando a la calidad de su coche su pericia indiscutible al volante. Y que lo hagan rápido para hacernos olvidar este repugnante 2020. No podemos evitar el sufrimiento, pero sí las mentiras.
Checo Pérez Lewis Hamilton Marc Márquez