Con más de 115 millones de motos en circulación y unas ventas de 5 millones de unidades al año, Indonesia es uno de los países donde los vehículos motorizados de dos ruedas despiertan una mayor pasión.
Sólo los mercados de China (310 millones de motos) e India (200) tienen más motos que esta nación de casi 280 millones de habitantes. De ahí la importancia estratégica y comercial del GP que este fin de semana se disputa en el circuito de Lombok.
Pese a que el año pasado “sólo” 62.923 espectadores asistieron a la pista de Mandalika el día de la carrera (bajo la lluvia tanto el sábado como el domingo), esta prueba despierta un interés tan excepcional en todo el país que Dorna ha decidido lanzar precisamente este fin de semana su web y app oficiales ahora también en el idioma bahasa, uno de los más hablados en el mundo (240 millones de parlantes) pese a que en ese conglomerado sinfín de islas se contabilizan casi ¡719! lenguas locales que hablan los cerca de 360 grupos étnicos que se conocen.
El mundial llega apasionante, con tan sólo tres puntos de diferencia entre el vigente campeón y actual líder, Pecco Bagnaia, y el segundo clasificado: Jorge Martín, que lleva una velocidad de crucero supersónica y que parece determinado a ganar el título aunque no sea con una moto “oficial”; pero también una Ducati, por supuesto.
Y sin embargo el foco mediático sigue centrado en los detalles del futuro de Marc Márquez, incluso ahora que se ha oficializado su adiós a Honda.
En los últimos tiempos disponer de una moto de Borgo Panigale parece garantía de éxito. Pero en el pasado no lo fue siempre, como pueden atestiguar pilotos de la dimensión de Valentino Rossi o Jorge Lorenzo.
Curiosamente, el mallorquín acreditó sus mejores actuaciones al manillar de la moto italiana cuando supo que ya no iba a seguir con ella. Algo que nos lo hizo recordar el pódium de Márquez en Motegi… un lugar y manera excelente de despedirse de Honda.
Hoy por hoy no existe mejor moto en la parrilla que la Desmosedici, y está claro que se presenta como una opción incuestionable en comparación con la actual Honda; y, además, las Ducati de hoy no tienen nada que ver con las de la época anterior a Dall’Igna, que fue capaz de convertirlas en ganadoras en 2015 incluso con pilotos de la como Dovizioso o Iannone.
Pero ¿qué garantías tenemos de que Marc triunfe el año próximo con la Ducati? Además del piloto, obviamente, la primera interesada en ello es la propia marca, al menos en teoría. Por supuesto que sí, aunque surgen algunas dudas.
La principal orbitab alrededor de la duración del vínculo del catalán con Gressini. En el supuesto que 2024 sólo fuese un “by pass” para un posterior desembarco en KTM (en las arcas de KTM, quiero decir), ¿seguro que Marc recibiría el mismo apoyo de la firma italiana que sus otros pilotos, o al menos el mismo de quienes como él no montan la “oficial-oficial”?, ¿Qué sentido tendría llevarse los secretos, el know-how y toda la experiencia de haber conducido esa moto a la que se presume será la competencia más directa en un futuro inmediato?
En su momento en Ducati ya dijeron que “no necesitaban” a Márquez, que su apuesta pasaba por los jóvenes (y mucho más económicos) pilotos que ya tenían “in da haus”, y aunque luego han declarado que “a quién no le gustaría tener a Marc Márquez en casa”: ¿alguien ha pensado qué cara se les puede poner a los patrocinadores del equipo de fábrica si este año Jorge Martín les moja la oreja con la Ducati del Pramac o el próximo lo hiciera el de Cervera con la del Gressini? Podrían rodar cabezas si se cumplieran los vaticinios de alguien como Giacomo Agostini que ha apostado por los dos pilotos españoles y no tanto por sus paisanos.
Tiene razón Alex Márquez al afirmar que su hermano “ha sido un valiente”. Por dejar la “zona de confort” de Honda, por recoger el guante de un argumento que no admitirá excusas… y por confiar en una marca que ni le necesitaba ni le quería. No lo olvidemos.
Ducati Honda Marc Márquez