43 años. Con el de este fin de semana, 400 GP de F1. Don Fernando Alonso Díaz. Como diría aquel: no hace falta decir nada más. Lo del Nano es muy, muy, muy bestia.
Leíamos en estas mismas páginas que el de Oviedo estuvo a punto de retirarse definitivamente de la máxima expresión del automovilismo deportivo en 2009. Y aquí sigue, 15 años después, dando el callo, y poniendo en un brete casi cada domingo, curva tras curva, a quienes osan poner en duda la leyenda que se erige sobre su talento al volante. Desde hace 23 años, 21 temporadas, casi la mitad de su vida.
Ya no quedan adjetivos para añadir a un apellido que todos los pilotos de la parrilla veneran con total unanimidad. Y no les hablo de “magia” porque esta se basa en el “ilusionismo”, palabra derivada del verbo latino “illudo”; o sea: divertirse, recrearse, pero que también se utilizaba como sinónimo de “burlarse o engañar a alguien”.
En el momento de redactar esta columna ignoro si la F1 tiene previsto algún acto para celebrar oficialmente los 400 GP de Alonso. Estaría bien que lo hicieran. Pero cada vez confío menos en la humanidad de este deporte.
Fíjense: llega un GP de México que algunos dicen que podría ser el último en el histórico autódromo Hermanos Rodríguez, y quien sabe si tal vez el último que corra Checo Pérez en su casa si se hacen realidad los rumores de “cambio” en Red Bull, y por primera vez los organizadores de la carrera no han contado con una leyenda local como Jo Ramírez, el hombre que intentaba poner paz entre Senna y Prost en su momento. Si en su casa no se acuerdan del bueno de Jo, cómo podemos esperar un homenaje a Fernando por su hito… Ojalá que no sea así.
Después de un brillante 2023, la temporada de Aston Martin está siendo muy descafeinada. Sólo el español salva los muebles a los de Silverstone, puesto que 62 de los 86 puntos que acredita el equipo verde los ha sumado él. El resto, el mediocre Lance Stroll, cuyo mayor mérito es ser hijo del dueño de esta estructura, entre otros muchos y prósperos negocios.
A media que el efecto “herencia” del AM23 fue diluyéndose, a medida que iban caducando los recursos “inspirados” en el mejor Red Bull de todos los tiempos, la competitividad del Aston Martín se ha ido apagando. El fichaje de Adrian Newey debería ayudarles a levantar el vuelo, pero por muy bueno que sea este genio de la lámpara, su aportación tardará un cierto tiempo en hacerse visible.
Ignoro cuánto más estará Alonso en la F1, porque su capacidad de asombrarnos es infinita. Pero sería extraño que para cuando llegue el “efecto Newey” el asturiano siga aún en activo.
Y aunque Fernando haya declarado que en este equipo está viviendo “sus mejores momentos en la F1” me cuesta bastante creerle, pese a que no debería poner en cuestión sus palabras. Yo no soy nadie para dudarlo, pero se me hace extraño pensar que su voracidad de victoria esté siendo saciada con los resultados tan poco suculentos que le brinda hoy su coche.
Mientras tanto, ¿qué hacen en AM para mejorarlo? Probablemente mucho más de lo que nos llega; nadie se los imagina de brazos cruzados a la espera de la llegada del Mesías Redentor encarnado en Newey.
Pero, o el coche del año próximo mejora radicalmente, o se me hace muy difícil confiar en una ilusión eterna por parte de Alonso. Y nadie quiere que Alonso lo deje. De Aston Martin depende.
Aston Martin Checo Pérez Fernando Alonso