Mugello nunca fue un territorio propicio para Marc Márquez, pese a que en esta veloz y resultona pista el de Cervera ha ganado en tres ocasiones, una en cada categoría del mundial.
Sin embargo esta vez, como cada domingo, el apabullante líder del mundial vuelve a ser el favorito para la victoria. La del sábado también. Lo saben aquí y en la China Popular. Pero, sobre todo, en Italia, donde por su voracidad de victorias, su adicción al podio, su matrimonio con la gloria le conocen con el mote de “El Caníbal”.
El piloto catalán quiere hincarle el diente a la que sería su pole número 100, su victoria número 93, una cifra que casualmente no solo coincide con su dorsal sempiterno sino también con los mismos puntos que ya le saca a su compañero de box, Pecco Bagnaia, tercero en el mundial por detrás de los hermanos más veloces de la tierra.
El turinés llega a su casa tras haber cosechado una gran actuación en Mortorland, donde más allá del tercer puesto en la carrera larga dijo haber recuperado unas sensaciones muy buenas en su moto tras unos cambios en la puesta a punto que le hicieron sentirse muy a gusto en un escenario donde Marc es intratable.
El líder del campeonato ha caído en 5 de las 11 ocasiones que ha corrido en MotoGP en el trazado toscano, por lo que en un fin de semana que se presume tórrido, con unas temperaturas que convertirán el asfalto en una pista de patinaje, y en un lugar donde se superan los 360 kilómetros por hora -sí, lo han leído bien- habrá que andarse con mucho tiento. Y es que incluso dando por hecho que Márquez se coronará campeón este año -y tal vez antes de que suene la campana, si no sucede nada, y con permiso de los oráculos que lo saben todo- el título no llegará este fin de semana, pero podría escaparse si la ambición se antepone a la lógica en un sitio tan comprometido.

Pecco ha sido primero en las tres últimas ediciones de esta carrera. Corre en casa, frente a los suyos, y delante de los responsables de una marca que aquí, precisamente aquí, decidieron el año pasado que Márquez sería la mejor joya de su tesoro, en detrimento del despreciado Jorge Martín, que se fue a Aprilia por despecho y que ahora quiere cambiar de aires incluso sin casi haberlos respirado.
Aunque Marc está de dulce, Bagnaia vuelve a sentirse motivado. Reconoce que ésta es una gran oportunidad y que, de algún modo, en Mugello se siente obligado a ganar, porque aquí -ya se sabe- “non si dorme”.
Si lo hace, su honor estará a salvo. Si no, el mazazo que le propine su rival será una inyección letal para su orgullo que, para curar semejante afrenta, solo podrá sanar si a final de temporada se marcha de Ducati, donde ya está muy claro quién manda. ¿Para irse a Yamaha? Tal vez.
Pero el reto de las estadísticas que puede asumir Marc este fin de semana es muy suculento, y ya conocemos la bulimia del ilerdense. También su inteligencia. 100 poles, 93 victorias… unas cifras casi tan diabólicas como la sucesión de Fibonacci, aquella clave numérica para descubrir dónde estaba el Código Da Vinci que nos enseñó Dan Brown a través de algunos parajes no tan lejanos de donde rugirá MotoGP este fin de semana.
“Las victorias están bien, pero lo importante para el título son los puntos”, le dijo Márquez a Emilio en Alcañiz. El cardenal Tarcisio Bertone, que fue Secretario de Estado del Vaticano y Camerlengo con Benedicto XVI, siempre dijo que lo del Código fue una patraña inventada por Hollywood. Y polemizó con la veracidad del milagro de Fátima. Hoy, con 90 años, reside en Turín. Donde nació Pecco que busca rematar un trabajo en Italia.
Francesco Bagnaia Marc Márquez Motorland