Tres carreras para que se acabe la temporada. Dos países y dos escenarios distintos para este epilogo del año en el que con apenas el subcampeonato de pilotos en juego nos podemos divertir mucho… o aburrirnos soberanamente, dadas las características tanto de Sakhir como de Yas Marina, pensados más para la proyección del lujo extremo urbi et orbe que para entregar carreras emocionantes. Veremos cómo será la segunda carrera de Bahréin, en una variante inédita del trazado…
La configuración de la parrilla del 2021 está prácticamente cerrada pero todavía quedan algunos huecos, por lo que quienes no tengan su futuro inmediato amarrado se la juegan en esas tres últimas carreras donde su continuidad en la categoría se dirimirá en esa especie de “all in” que se les viene encima.
No sería el caso de Lewis Hamilton, que aún no ha renovado por Mercedes. Quienes no le conocen y creen que en la vida todo es cuestión de cifras (económicas, fundamentalmente) piensan que sólo se trata de una cuestión de dinero. El caso del siete veces campeón del mundo no se puede analizar desde el prisma de un “botiguer”. A Hamilton el dinero le sobra, le sale por las orejas, y esta no es su principal motivación para seguir corriendo o no. Aunque en España no ha faltado quienes nos lo han vendido como la reencarnación de Belcebú (por el resquemor todavía no cicatrizado que algunos siguen arrastrando desde aquella ya lejanísima temporada 2007 en la que el británico tuvo sus diferencias con Alonso, su compañero en McLaren), las motivaciones para continuar en los Grandes Premios son otras. En Imola dijo que no era seguro que el año próximo estuviera en la F1. Lewis quiere arreglar las cosas -así lo manifestó tras proclamarse campeón en Turquía-, pero no está cómodo en la F1 actual, fundamentalmente por las reacciones de algunos pilotos en sus peticiones de solidaridad con las reivindicaciones de protesta contra el racismo que tanto ha promovido. Me sorprende, por cierto, lo mucho que ha molestado esta iniciativa a tanta gente que han considerado que no era el marco para hacerlo. Debe ser porque los asesinatos a sangre fría de los últimos meses por parte policías americanos les incomodan menos que una camiseta con una frase reivindicativa, o la imagen de un deportista rodilla al suelo.
Piensen en Checo Pérez, cuarto en el campeonato. Con un Force India, sí; con un “Mercedes rosa”, también. Pero su compañero Lance Stroll es undécimo, con casi la mitad de puntos que el mejicano… pese a disponer siempre de las últimas mejoras para su coche que no siempre llegaron a Pérez, quien podría quedar fuera de la F1 pese a su calidad demostrada.
No falta quienes le sitúan en la órbita de Red Bull, como a otro veterano ilustre sin sitio: Nico Hülkenberg. Albon no merece seguir llevando el coche hecho por Adrian Newey, y aunque es una pena que tanto Checo como el alemán se queden apeados, su fichaje sería una contradicción en la filosofía de Red Bull. Si esto sucediera, si no aúpan a un joven (de momento a Gasly no le mueven de Alpha Tauri), incluso si mantienen al tailandés, vayan haciéndose a la idea que Dietrich Matteschiz- el dueño de la marca de bebidas energéticas- se ha cansado ya de su juguete, como se ha apuntado alguna vez. Y parece ser que es así. ¿Se acabó la música?
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