Una de las mejores bandas sonoras que se compusieron para un mundial de fútbol fue la de 1978. La firmaba Ennio Morricone, y empezaba con el grito de “Argentina, ¡aquí el mundial!”. Aquel clamor, que empujó a la albiceleste a coronarse en casa en la final frente a Holanda, fue mucho más que el arranque de un hit de bastante mayor calidad que algunos de los que llegaron en otras ediciones del antiguo trofeo Jules Rimet.
Este fin de semana, dos años después de haberlo hecho por última vez, el mundial de motociclismo regresa a las Termas de Rio Hondo. Sin Rossi, a quien idolatraban allí por su devoción a Maradona, que tampoco está. Y sin Márquez, recuperándose aún de esa limitante diplopía que ya veremos si no le impide estar la próxima semana en el rancho particular en que ha convertido Austin gracias a su autoridad allí.
Marc dijo en su momento haberse valido de la inspiración de Rafa Nadal antes de su gesta en Melbourne para volver al asfalto, para superar las dudas que tenía entonces de poder hacerlo; una pesadilla desagradablemente recurrente en los últimos tiempos.
Hoy, lamentablemente, ni el de Cervera ni el de Manacor están en su mejor momento físico, y a ambos les toca ver la función desde el patio de butacas. Como nos recordaba desde la tele hace años otro mallorquín, el Dr. Bartolomé Bertrán: “la salud es lo que importa”.
La incertidumbre ante el futuro deportivo de MM93 es máxima. Nos cuentan que, afortunadamente, su recuperación anda por buen camino. Ojalá que así sea.
Al principio de la temporada, antes de Qatar, en esta misma columna le señalaba como “el gran favorito” al título de este año. Desgraciadamente las cosas se han complicado con la caída en el warm up de Mandalika.
Para el motociclismo no poder contar de golpe y porrazo con figuras emblemáticas de la dimensión de Valentino y Marc es una jugarreta, por supuesto. Y para los aficionados, más.
Marc necesita su tiempo, y habrá que dárselo y respetarle en la pausa a la que se ha visto abocado. Faltaría más. Por mal que se hayan hecho algunas cosas en el entorno del octacampeón mundial, no se le pueden cobrar a él ningún tipo de facturas, aunque no falte quien se sienta como si le acosara “el Cobrador del Frac” al confundir la búsqueda de información con un ajuste de no se qué cuentas.
Me cuesta mucho divisar un futuro sin MM93 en los circuitos de forma permanente. Y me niego a ello rotundamente. Pero, sí, el Dr. Beltrán tenía razón, y “la salud es lo primero”.
Me asusta recordar los problemas que expulsaron a Alex Crivillé de las pistas, y sobre todo me aterra vincularlos con la situación que está atravesando Márquez. Quiero catalogarlos como “episodio”, como les gusta definirlo a los médicos. El problema es que este último cada vez me gusta menos, y esta “tercera temporada” del serial cada día nos entristece más.
Que Marc se recupere. Y si nos perdemos alguna de sus actuaciones más esperadas, que así sea. Siempre podrá reaparecer algunos episodios más adelante, y justificaremos todo este tiempo como esas pesadillas que excusan en el guion las ausencias de algunos actores en la trama principal de la historia cuando están rodando “otra película”.
Honda Marc Márquez MotoGP