¿Se imaginan cómo quedaría de calentito el mundial de MotoGP si en lugar de hacer dos carreras en Misano se hubiera repetido una segunda cita en Motorland?
La paliza que Marc Márquez le metió a todos en Alcañiz demostró su superioridad en el trazado aragonés, por mucho que ahora haya quien afirme que Michelin le dio neumáticos “especiales” para la ocasión. Lo ignoro, y no sabría ni por donde empezar para encontrar pruebas que afirmaran (o desmintieran) la acusación, por lo que me limitaré a citar una frase atribuida al filosofo alemán Johann Wolfgang Goethe: “la maldad no necesita razones, le basta con un pretexto”.
El ambiente que Marc y su hermano Alex vivirán este fin de semana en Italia será terrible. Pero tanto el uno como el otro sabrán capearlo sin demasiadas alteraciones por el cuajo y la experiencia que tienen en este tipo de situaciones.
Se ha hablado mucho del incidente que tuvieron Alex y Bagnaia el domingo. Para mi no hubo “maldad” en la acción del pequeño de los Márquez; si acaso: un error. Pero de ahí a atribuir su fallo, su exceso de ambición en aquella curva, a una acción premeditada, alevosa, con mala leche, me parece justamente eso que decía el filósofo alemán: un pretexto. Leí en el estercolero de Twitter: “de nuevo un español perjudicando a un italiano, para que gane el título otro español”.
Marc Márquez ha declarado que prefiere que el título se lo lleve Pecco antes que Martín, puesto que entre otras cosas el italiano será su compañero de equipo el año próximo, mientras que el madrileño se va a Aprilia en 2025.
Pero ni con afirmaciones como esa MM93 consigue ganarse el “perdón”, la amnistía, la generosidad, la condescendencia, el crédito… de la resentida afición italiana, que no olvida las bullangas que tuvo con Valentino Rossi, quien -como recordarán- llegó a acusar al catalán de pilotar maliciosamente para potenciar las opciones de Jorge Lorenzo al título que en 2015 le levantó al de Tavullia.
Imagino que este fin de semana el Doctor hará acto de presencia en “su jardín”. No sólo para “marcar territorio”, sino también para subir algunos grados la temperatura ambiente que se vivirá en esa olla a presión que será la pista del Adriático.
A Rossi le viene muy bien todo el barullo que se ha montado entorno a la polémica maniobra de la anterior carrera. Vale sabe gestionar como nadie la tensión de los Grandes Premios; un arte del que también fue un maestro -probablemente el mejor en ello- Mick Doohan, capaz de emponzoñar el aire solo con su mirada.
Bagnaia, como Bastianini o Bezzechi entre otros, forma parte del ámbito de influencia de Rossi y su (merecidamente) afamada “Accademia”. Si leyeron otras veces esta columna, ya sabrán que mi valoración, admiración, respeto e incluso aprecio hacia Pecco está fuera de toda duda, pero creo que esta vez el vigente campeón no ha estado fino en sus comentarios sobre Alex Márquez y su supuesta “maldad” en la maniobra de marras.
Alex se equivocó entrando en la curva como si llevara la”Alexneta” (esa furgoneta que ha adoptado como “mascota”). La cagó, simplemente. Pero de ahí a decir que actuó con mala uva hay todo un mundo, por mucho que la telemetría y el oído indiquen que hubo un acelerón por su parte. Y no me extraña, porque cuando un piloto pierde el control de su moto -como le sucedió al del Team Gresini- acelera, frena, grita, baila e incluso silba con la boca llena de sopa ardiendo, todo a la vez. Afirmar lo contrario es no conocer cómo es Alex Márquez, o simplemente “un pretexto”.
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