El 24 de mayo Honda hacía pública su intención de regresar a la F1 convirtiéndose en la suministradora de motores para Aston Martin a partir del 2026.
Esto sucedía en “los tiempos felices” del equipo de Silverstone, cuando ocupaban la segunda posición del mundial de marcas, Alonso era tercero del certamen detrás de Verstappen y Pérez, y la anhelada “33” parecía más cerca que nunca, sobretodo después del espectacular segundo puesto del asturiano en un escenario propicio como Mónaco, su quinto podio en las seis primeras citas del año.
Hoy, apenas medio año después, el panorama es muy distinto. Fernando y su equipo son quintos en las clasificaciones respectivas, y en las trece carreras que se han disputado después de la del Principado “sólo” consiguió otros dos podios más.
En las dos últimas, Austin y México, Alonso no ha podido concluir por problemas técnicos, y en ambas ocasiones no pudo acceder a la fase final de la clasificación del sábado, cuando hasta el momento había sido el único de la parrilla capaz de lograrlo este año.
Aston Martin ha tocado fondo y vive su peor momento de la temporada, cuyo final se les está haciendo eterno y pesado.
Los de verde no ven el momento de la bandera a cuadros en Abu Dhabi y agonizan para llegar a la orilla, sobre todo después de Canadá, con una caída en barrena.
Las últimas actualizaciones introducidas en el coche no parecen dar resultado, y ni la corte de palmeros habitual se ve capaz de seguir alimentando la teoría del “souflé” que tanta gracia les hizo, como es habitual en el regocijo onanista que expresan ante sus propios chistes.
Y esto sucede en un momento que a los inversores chinos de Geely (17% del accionariado) se les ha subido la mosca a la oreja al echar cuentas y ver que la Aston Martin que gobierna Lawrence Stroll (18%) ha palmado en el último curso casi cien millones de euros.
Tiempo de rumores, en el que se dice que el canadiense podría vender el equipo (¿a Honda?), que Cognizant podría ser sustituido por los petrodólares de Aramco como principal patrocinador, que el “niño” Lance se plantea cambiar el volante por una raqueta (profesional, eso sí; como si fuera tan fácil…), y la maquinaria especulativa no para.
El delirio colectivo llega a situar a Alonso -42 años- en Red Bull en una permuta con Checo Pérez, y a Audi desdiciéndose de su idea de entrar en la F1 en 2026.
Y mientras tanto, Alonso que no para de darle al gas. Cabreado, eso sí, pero dándole. Veremos hasta cuando, pese a que su profesionalidad y pasión es indiscutible aunque el equipo “no juegue a nada” últimamente.
Dice Mike Crack, el “gran baranda” del equipo, que “nadie está contento, ni siquiera Lawrence Stroll”. Y se queda tan ancho. Eso, un “crack”. Arbitro, la hora… por favor.
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