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Alonso i la quadratura del cercle

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Poco se imaginaba Guan Yu Zhou que la semana que acaba iba a hacerlo de una forma tan distinta a como había empezado. El piloto chino, de 21 años, obtuvo en el circuito de Spielberg la segunda pole de su vida en la F2, al volante del coche del equipo UNI-Virtuosi Racing.

Tras innumerables problemas, y después de tres paradas en boxes, acabó penúltimo en la carrera del sábado que se adjudicó su compañero de equipo, Callum Ilott. El domingo las cosas no fueron mejor para el de Shanghai: decimocuarto. Pero su pesadilla apenas acababa de empezar.

“Joe”, como le llaman en el equipo, forma parte de la Renault Sport Academy, el programa de formación que la marca del rombo inició en 2002 para descubrir nuevas promesas que acompañar hasta la F1. De ahí surgieron talentos como Robert Kubica, Romain Grosjean, Lucas Di Grassi, Jerome d’Ambrosio o Pastor Maldonado, entre otros. Y más recientemente Alex Albon es su último representante, aunque su llegada a la F1 se produjo de la mano de Red Bull más que de la de la marca francesa.

De hecho llevamos bastante tiempo sin que la base de Renault haya conseguido aupar ninguno de sus pupilos hasta los Grandes Premios.

El año próximo, cuando Fernando Alonso arranque su tercera etapa en Renault casi doblará la edad de Joe, que en el debut del asturiano en la F1 aún no había cumplido dos años.

La incorporación del español a la formación de Enstone cierra la puerta, de alguna manera, a la posible llegada de futuras promesas al equipo… a no ser que su compañero de box, Esteban Ocón, no cumpla con las expectativas que tan sólidamente apunta. Los “Joe” del mundo lo tienen complicado, hoy por hoy.

Con todo, el regreso de Alonso a la F1 es una magnífica noticia porque su concurso supone una inyección de calidad indiscutible a un campeonato en el que se combina la participación de veteranos como él, con un ramillete de jóvenes talentosos que están aportando algo más que una bocanada de aire fresco (y dinero) a las carreras.

Siempre he tenido un profundo respeto por la marca y el equipo Renault de F1. Pero, sobretodo, siempre he admirado el talento de Alonso como deportista, especialmente cuando decidió apartarse de la F1 para extender su categoría a otros ámbitos deportivos en los que ha seguido acreditando con resultados su potencial extraordinario.

Por eso, sin nada por demostrar ya a estas alturas, y constituyendo -a mi parecer- el desafío de la triple corona un reto más para su prurito personal que otra cosa, yo no daba mucho crédito a su regreso a la F1. Sobretodo por congruencia con sus declaraciones de junio del 2019, cuando aseguró que no regresaría a los GP si no era con un coche que le permitiera aspirar a lo más alto. Y, a día de hoy, con todo el reconocimiento a la historia y méritos de la marca, el Renault no lo es.

Pero que primero mi amigo Juan Antonio Ponsetti -cuya relación con la filial española de la marca es casi de vecindad- lo diera por hecho a través de las ondas de la SER, y que el domingo Noemí de Miguel -absolutamente bien introducida en el seno de la formación amarilla- confirmara que el anuncio sería este miércoles, me hicieron cambiar de opinión, por la credibilidad de las fuentes emisoras.

Quiero entender que, más allá de las cuestiones económicas que tanto Alonso como su entorno habrán amarrado con la sagaz y férrea contumacia que les caracteriza, la solidez del proyecto deportivo y sobretodo las garantías en el terreno técnico deben tener la suficiente densidad como para haberle convencido de la viabilidad de su retorno a las pistas tras dos años de ausencia, como hicieran otros ilustres campeones en el pasado.

Nigel Mansell a les 500 Milles d'Indianapolis de 1994
Nigel Mansell a les 500 Milles d’Indianapolis de 1994

Si Nigel Mansell fue capaz de ganar carreras en su regreso a Williams con 41 años, ¿por qué no podría hacerlo también Alonso?

Pero difícilmente esto podrá producirse el año próximo, con el mismo coche de esta temporada. Habrá que ser pacientes -una virtud que no suelen acreditar sus seguidores (ni él)- y esperar a 2022 para ver si la apuesta por la supuesta igualdad que debería aportar el nuevo reglamento técnico da sus frutos e iguala las posibilidades de las escuderías, sin tanta dependencia de unos presupuestos que, en teoría, estarán bajo control y bajo techo.

Ojalá que la leyenda continúe, y que lo deportivo impere por encima de otras consideraciones de tipo empresarial, que también cuentan y justifican este regreso. Sería una bonita manera de cerrar el círculo, veinte años después.


Fernando Alonso Nigel Mansell

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