Hace 22 años, visitando a un (buen amigo) piloto en el hospital, tras un terrible accidente que casi le cuesta la vida, tuve una experiencia que ilustra como puede ser de adictivo el deporte del motor. Para quienes lo practican, pero también para quienes les rodean.
He visto arruinarse a familias con muchos posibles por la obsesión de “llevar” al hijo de turno hasta la F1, MotoGP, o al olimpo si hacía falta. Costase lo que costase. La mayoría de veces para nada.
El caso que quiero contarles es extremo. En la puerta de la UVI me encontré a la madre del deportista lesionado, que me espetó: “tienes que ayudarnos”. Creía que, ante el riesgo de la amputación de una pierna, iba a pedirme que convenciera a su hijo para que lo dejara, para que colgara el casco. Y me soltó: “tienes que ayudarnos a que no le quiten el motor oficial para cuando vuelva a correr…”
Que Pascal Werhlein tampoco participe en Shanghai evidencia la trascendencia de la lesión que se produjo en la Carrera de Campeones en Miami a mediados de enero y que, de momento, le ha hecho perderse la primera semana de test en Montmeló, y las dos primeras citas del calendario.
Sólo él sabe hasta qué punto las secuelas de su choque con Massa le pueden afectar en la conducción del Sauber, aunque no ha faltado quien ha hecho interpretaciones que, más que desafortunadas, sobre todo son carentes de humanidad.
Nadie mejor que el piloto sabe los esfuerzos que ha hecho, los sacrificios que tanto él como su entorno, habrán tenido que hacer para hacer realidad su propósito vital: correr en F1. Si ahora el alemán no corre tampoco en China, por algo importante será.
Cuando Alonso tuvo su accidente en la pre-temporada de 2015, se habló y se especuló mucho sobre el mismo. También sobre su ausencia en Melbourne, en la cita inaugural de aquel año, y acerca de su reaparición. Comentarios tan irresponsables e indocumentados como los que ahora aparecen a propósito de lo de Pascal.
Una muestra más de lo poco que se respeta el trabajo de estos hombres.
UN CUENTO CHINO
No falta quien dice que este GP es un cara o cruz para Alonso. Seguir (sufriendo, pero cobrando) o dejarlo (ignoro si también cobrando). Ni quien le acusa de priorizar el aspecto económico a lo deportivo. Del mismo modo que solo el propio Werhlein sabe si está o no para correr, tampoco nadie puede conocer las motivaciones de Fernando. Aunque soy pobre de solemnidad, entiendo que alcanzado un determinado nivel económico, los retos ya son intangibles.